Siguiendo el hilo del artículo anterior, empezamos a adentrarnos en la pregunta "¿Cómo hemos llegado aquí?". Tal vez tomaremos un giro largo para responder, pero esperamos que sea una excursión interesante en la historia del paradigma del colapso. Tómatelo con calma, tenemos tiempo.
Cuestionar el paradigma del colapso significa entrar en la complejidad del asunto y tal vez darnos cuenta de que resumir todo con la palabra “colapso”, en realidad, puede ser algo reduccionista. Como en todos los procesos orgánicos, algo se descompone mientras algo está formándose y buscando la luz. Es importante mantener la mirada en todos los aspectos del proceso: observando qué es lo que se está descomponiendo y qué es lo que está emergiendo como nueva manifestación de vida. ¿Cómo hemos llegado aquí? ¿Desde cuándo dirías que las cosas han empezado a torcerse? Durante muchos años mi respuesta empezaba por trazar el recorrido del sistema capitalista hasta el día de hoy, mapeando las varias fases, desde la creación del mito de la expansión y el bienestar hasta su declive. Desde la Revolución Industrial, a las distopías del mundo posindustrial. Pero en algún momento me planteé la pregunta:"¿Cómo llegamos a la Revolución Industrial?", y este camino me llevó mucho más atrás en el tiempo. ¿Hasta dónde dirías tú? Homo sapiens El Homo sapiens de nuestro paradigma cultural tiene que ver con la naturaleza esencialmente malvada (o por lo menos profundamente fallada) del ser humano, creencia que parece ser ampliamente confirmada si miramos la situación actual desde un cierto punto de vista. Pero, ¿de qué ser humano estamos hablando? Los homínidos empezaron a caminar sobre la Tierra hace aproximadamente 4,4 mil millones de años. Tal vez quieres tomar un momento para realmente considerar la magnitud de este número. El Homo sapiens apareció en la escena evolutiva alrededor de 300,000 años atrás. Un número también imponente. ¿Desde cuándo dirías que las cosas han empezado a torcerse? Si tú también piensas que el principio del fin ha sido la Revolución Industrial (cómo yo pensaba), esto nos diría que por 299,738 años el ser humano no ha representado ningún peligro para el planeta. Algo sorprendente para una criatura que es esencialmente destructiva, una plaga, como se dice ahora tan a menudo. ¿De dónde viene esta idea de que el ser humano es destructivo e inherentemente defectuoso? Las historias que nos contamos He tenido el placer de trabajar durante unos cuantos años como cuentacuentos y luego como maestra Waldorf. Esto me ha dado la oportunidad de investigar en bastante profundidad las mitologías de muchas culturas. Solamente en una he encontrado esta historia del ser humano como alguien malvado. (¡Me imagino que ya me estás anticipando!) La historia de Adán y Eva es el mito fundacional de nuestra cultura judeocristiana, (quitar que) nos guste o no, y creo que haríamos bien en prestarle atención porque constituye una piedra fundacional de nuestro imaginario. Lo interesante es preguntarnos qué estaba pasando en el momento histórico que generó este mito en una cultura muy específica. El mito de Génesis pertenece a las poblaciones nómadas de lo que ahora se conoce como Israel, Palestina y Jordania. Claramente, la versión que conocemos es la que se escribió (y luego tradujo centenares de veces) a partir de unos cuentos que por siglos viajaron de boca en boca alrededor del fuego; ¿cómo se generaron estos cuentos? Obviamente no lo podemos saber, pero hay ciertas teorías interesantes. Una de ellas tiene que ver con la cultura de los Natufiense, una población que ocupó el territorio del Mediterráneo Occidental durante la época del Mesolítico (lo que está entre el Paleolítico y el Neolítico) hace unos 12,500 años. Fueron una cultura singular porque, aún siendo nómadas, también practicaban algo de agricultura, unos 5,000 años antes de la llegada oficial de la Revolución agrícola del Neolítico. Estas poblaciones vivieron un cambio climático importante relacionado con la glaciación en la época de las Younger Dryas hace unos 11.550 años, lo cual marcó el comienzo del Holoceno, la época geológica actual. Lo que es singular de esta cultura es que, aún después de haberse asentado, el cambio climático los empujó a volver a su vida nómada. Una especie de expulsión del jardín de Edén. ¿Pero, (coma) por qué la mitología vincula este evento con un castigo, con el pecado? El paradigma de la unidad Imagina la cosmovisión de una población cazadora recolectora. ¿Crees que se percibe al ser humano como un ser especial, superior, con el derecho de manipular el territorio? ¿Crees que se percibe la naturaleza como una limitación que impide desarrollar el pleno potencial del ser humano y, por lo tanto, hay que dominarla, romper sus límites y subyugarla? ¿Crees que las poblaciones de cazadores recolectores pensaban como nosotras: "Dios, esto es invivible, tenemos que desarrollarnos, tener más comodidad en nuestra vida, inventarnos cosas que nos ayuden a ahorrar tiempo y trabajo"? Me cuesta imaginarlo. El paradigma en el que vivían estas poblaciones no separaba el ser humano de su entorno; al contrario, el ser humano era un miembro más de una familia que incluya animales y plantas, todos conviviendo bajo las normas de la Madre tierra que garantiza el bienestar para todos, lo cual incluía que ninguna especie se sobrepone a otra. El jardín de Edén. Pero en algún momento, algo pasó que cambió este paradigma. Y difícilmente fue una serpiente. El paradigma de la separación Con la agricultura, el paradigma cambia de manera impresionante. O, mejor dicho, la aparición de la agricultura va acompañada (y tal vez es impulsada por) una nueva cosmovisión, por lo menos si observamos la historía de los países alrededor del Mediterráneo. ¿Qué manera de percibir la naturaleza y el ser humano sostiene la práctica de la agricultura? Por ejemplo, el ser humano se empieza a percibir como separado de su entorno natural y con la capacidad de actuar sobre ello de una manera deliberada y controladora. El ser humano cambia su relación con el territorio: ahora se extrae de la familia de los seres vivos y se coloca como administrador con privilegios especiales. Decide dónde se hace el qué, decide qué plantas se dejan crecer y qué plantas se matan, priva de libertad algunos animales para poder acceder a su carne y leche sin tanta dificultad. Cambia el curso de los ríos. Mueve la tierra de un lado para otro. Desafía las estaciones. Se parece a un Dios. A un dios judeocristiano, obviamente. Desde el punto de vista del paradigma de la unidad, el ser humano se está pasando de rosca y mucho. Por esto, Dios le había dicho: "No comas de esta fruta que vas a creerte que eres cómo yo y la vas a liar". El pecado original. El castigo. ¿Podría ser esta una manera de interpretar la Génesis? Cuanta información relevante podríamos sacar de este mito. El paradigma de progreso No quiero dar la impresión que la práctica de la agricultura sea el mal de todos los males. Si miramos alrededor del mundo y de la historia, vemos poblaciones indígenas que se han mantenido, hasta el día de hoy, en perfecta armonía con su entorno, aún practicando la agricultura. Esto creo que es porque practican la agricultura todavía dentro del paradigma de la unidad. Lo que acabo de exponer cobra sentido cuando empezamos a ver lo que ocurre justo después, a nivel histórico, en estos países del Mediterráneo. Por algunas razones que serían muy largas de explicar y que además no están del todo comprobadas, en la medialuna de las tierras fértiles del Mediterráneo las cosas tomaron otro rumbo y cambiaron el paradigma de una manera profunda. Aquí es donde vemos crecer los grandes imperios: Babilonia, Egipto, Grecia, Roma (también hay imperios en otros lugares, pero son bastantes más recientes y no llegan a tener el mismo impacto). ¿Qué paradigma define estas culturas imperialistas? Una organización social jerárquica, basada en la dominación y opresión, la obsesión con la conquista de otros territorios, la eliminación de otras culturas, el almacenamiento de bienes, la idea de qué lo divino está separado de la tierra, del ser humano como ser superior, del progreso entendido como más de lo anterior: más tierra, más bienes, más comodidad, más tiempo para pensar y desarrollar teorías, para especializarse, para conseguir grandes hitos, grandes obras arquitectónicas, musicales, artísticas. El mito de la excelencia individual, de que esto es lo que te asegura un lugar medianamente visible en la jerarquización de la sociedad. La cultura del poder, de la subyugación. ¿Suena a patriarcado? El paradigma de la conquista Desde este paradigma es solo una cuestión de tiempo, y de desarrollar la tecnología adecuada, para que se produzca el colonialismo. La idea es que no hay límites al deseo humano y, (coma) si los hay, se tienen que traspasar a toda costa. De aquí la exaltación cultural del explorador, del pionero, del que rompe todas las barreras para alcanzar sus sueños. Desde el paradigma de la unidad esto se vería más bien cómo la manifestación de un berrinche al que alguien tiene que poner fin. El colonialismo es el ataque de Caín a Abel, una y otra vez. Es la construcción cultural que se basa en la dicotomía entre bien y mal, mejor- peor, castigo- recompensa, merecer- no merecer, etcétera. Esto hace posible llegar a un sitio y decir: "Esto es mío" y hacer allí lo que me da la gana sin consideración alguna por los deseos y necesidades de quien ya vive ahí, sea ser humano o no. Fundamental a este paradigma, que se va articulando en los siglos entre la Revolución Agrícola del Neolítico y la Revolución Industrial del 1740, es la declaración del mundo natural como objeto inerte, en el pensamiento descartiano que es, todavía, un pilar de nuestro paradigma cultural. El paradigma del colapso Tal vez te ha parecido un recorrido muy largo para contestar a la pregunta inicial de "¿Cómo hemos llegado hasta aquí?". A la vez, espero que poner todas estas piezas del puzzle sobre la mesa tenga sentido para ti y te permita ver una imagen más amplia y más completa. Sin Revolución Agrícola en el Neolítico tal vez no hubiera habido la Revolución Industrial, sin la Revolución Industrial no habría Capitalismo. Las cosas a veces tardan milenios en articularse. Y mucho estrago entre medio. Nadie se lo esperaba, todo parecía una muy buena idea al principio. Ahora estamos sentadas en el borde del precipicio al que hemos llegado. Hay mucho que repensar, hay mucho que revisar. No es fácil llegar aquí después de miles de años pensando que éramos muy listos y nos estaba saliendo todo muy bien. No me extraña que hay personas que no pueden asumirlo y se niegan a mirar la evidencia. Duele mucho. A partir de aquí Me imagino que hay una pregunta saltando como un grillo: "¿Y ahora qué hacemos?". Pues obviamente yo no lo sé. Lo que sé es que, pase lo que pase, hacer esta revisión, reconocer los puntos claves en los que nuestro camino ha tomado un giro nefasto, pedir perdón a nuestros hermanos y hermanas presente, pasados y futuros, y no escaparnos de estas dolorosas reflexiones es, no solo necesario, sino la única manera de traer dignidad e inteligencia a la situación. Tal vez sea demasiado tarde para revertir el camino. Tal vez, cómo había profetizado nuestro mito de creación, ha llegado la hora del Apocalipsis. Pero incluso en la muerte se puede tener más compasión y ternura, se puede acompañar a nuestra comunidad y hacer lo posible para que sea suave y que tenga sentido. Todavía tenemos tiempo para amar con toda la pasión de la que somos capaces a este mundo y todo lo que vive en él. BIBLIOGRAFÍA ESENCIAL PARA ESTE ARTÍCULO Jerry Mander, En ausencia de lo sagrado: el fracaso de la tecnología y la supervivencia de los pueblos indígenas, Editorial Libros en Acción. Daniel Quinn, Ishmael, Editorial Bantam Doubleday Dell Publishing André Van Lysbeth, Tantra: el culto de lo femenino, Editorial Urano Yuval Noah Harari, Sapiens: una breve historia de la humanidad, Editorial Debate Anne Cameron, Daugthers of Copper Woman, Harbour Publishing Maria del Carmen Poyato Holgado, Natufiense del mediterraneo occidental, Editorial Cervantes
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La palabra "colapso" está apareciendo con cada vez más frecuencia en las noticias, las redes y el mundo de la cultura. Es una palabra que evoca eventos épicos y dramáticos, inevitablemente vinculados con el fin. A veces no sabemos bien de qué, ¿de nuestra civilización, de la especie humana, del planeta? Esta imagen de final puede generar diferentes reacciones: interés, rabia, ansiedad, miedo, evitación y apatía. Para algunas personas, contemplar el posible final, implica una invitación a mirar atrás y considerar, con genuino interés, la pregunta: ¿cómo hemos llegado aquí? No se puede resolver un problema desde el mismo paradigma que lo ha generado. Esta cita de Einstein se podría considerar como el lema de lo que encontrarás en estas páginas. Nuestro interés principal es entender de la manera más completa y profunda posible cuáles son los factores que han configurado este desenlace para la humanidad. Sin esta claridad y comprensión, cualquier propuesta o idea que pueda surgir en respuesta será probablemente una continuación del paradigma que la ha generado- Revisar y cuestionar el paradigma en el que vivimos es una tarea más ardua de lo que podemos pensar. Como en la frase atribuida a Foucault "El pez nunca descubre que vive en agua", nosotras también vivimos inmersas en una serie de concepciones, creencias y teorías que damos por hechas hasta el punto de considerarlas realidad, sin cuestionamiento. El coraje de cuestionar Estas creencias, teorías y concepciones constituyen el sustrato que articula y sostiene nuestra vida, ya que, para vivir, necesitamos tener un marco de referencia que nos ayude a entender e interpretar lo que vivimos. Sin ello, no tendríamos referencias y nuestra experiencia de la vida sería algo caótica y difícil de navegar. Como animales, compartimos toda una serie de instintos e impulsos que nos ayudan a vivir en nuestro entorno; pero para los seres humanos, nuestras experiencias incluyen el elemento cultural. El paradigma cultural es la piedra angular que sostiene nuestra manera de entender el mundo y todo lo que ocurre en él. El paradigma cultural incluye lo que es la ciencia, las artes, la religión, el lenguaje, en fin, todo lo que no es instintivo en el ser humano. El paradigma cultural, de hecho, puede llegar a interferir con los instintos e impulsos que hemos heredado a través de nuestra biología. Así que cuestionar nuestro paradigma cultural quiere decir abrirnos a la posibilidad de descubrir que lo que hemos dado por cierto: aquello que ha sostenido nuestras vidas hasta ahora, podría ser incorrecto, parcial, sesgado e incluso dañino. Por esto, consideramos que esta tarea necesita de cierto coraje, valentía, apertura y paciencia. Es una tarea que se hace mucho más rica cuando la compartimos con otras personas, así que te animamos a compartir aquello que te parece interesante y útil en estas páginas.
Adaptarnos a un nuevo escenario Una de las capacidades que ha permitido la supervivencia de nuestra especie, como todas las especies, es la adaptación. Para esto, hacernos conscientes de nuestro paradigma, de sus limitaciones y abrirnos a crear otro más coherente con la realidad en la que nos encontramos, parece una tarea necesaria para la humanidad. Es comprensible que, en un principio, nos cueste encajar un cambio de realidad tan drástico como lo que se perfila en el escenario del colapso. Sin embargo, la evitación y el pensamiento mágico de "Seguro que alguien lo arreglará" o "Seguro que no será tan malo como dicen" nos atrapa en el inmovilismo y no nos permite avanzar en el proceso de adaptación que es indispensable para la supervivencia. HEMOS OLVIDADO
Paseamos por la montaña como si fuera un fondo de pantalla no vemos la encina sedienta que suspira y se estremece vemos verde, un color genérico, sin matices vemos el concepto de "montaña" a veces algo nos llama, sacamos el móvil para hacerle una foto y seguimos con nuestra incesante verborrea, con la preocupación insaciable intentando perfeccionar los detalles de esta película de las que nos pensamos protagonistas. Hemos olvidado el Precámbrico 800 millones de años sin vida 2100 millones de años sin oxígeno Hemos olvidado el Paleozoico 4 mil 89 millones de años antes de que pudiera aparecer una planta, con sus verdes lenguajes Hemos olvidado los 103,3 millones de años bajo la cubierta silenciosa del hielo. Hemos olvidado, por esto seguimos creyendo que lo tenemos todo bajo control. Las cigarras no se cansan de insistir: "Escucha, escucha, escucha… " Tatiana Sibilia |